Ricardo Montacuto, entre su brutal desconocimiento del periodismo y sus peligrosos intentos de censurarme

Ricardo Montacuto, entre su brutal desconocimiento del periodismo y sus peligrosos intentos de censurarme

(Por Christian Sanz) Soy periodista profesional desde hace 30 años, con todo lo que implica. Lo bueno y lo malo. He trabajado en grandes medios, y no tan grandes. Entre estos últimos, puede mencionarse CNN en Español, Radio Rivadavia y Agencia Noticias Argentinas. Y he desistido de trabajar en muchos otros por cuestiones de ética profesional. Pero las ofertas de trabajo jamás cesan… por suerte.

Escribí 13 libros sobre tópicos que pocos se animarían a tocar y supe ejercer la docencia en las mejores escuelas de periodismo, entre ellas el emblemático e histórico Círculo de la Prensa, de la Ciudad de Buenos Aires.

Soy el hombre de prensa más querellado penal y civilmente (también el más espiado por la SIDE)habiendo ganado todos y cada uno de los juicios que me hicieron. Más de 50. Aún sigo litigando en algunos de ellos. Dos en Buenos Aires y tres en Mendoza, para ser más preciso. 

A su vez, soy uno de los periodistas más citados en libros de política e investigación por el aporte documental que suelo conseguir a la hora de trabajar. En general, parte de esa evidencia también la suelo ofrecer a la Justicia.

Dicho sea de paso, por una investigación hecha por mí en 2012, que derivó en una denuncia judicial (Expediente 1999/12), el ex vicepresidente Amado Boudou terminó preso por enriquecimiento ilícito. Es sólo un botón de muestra: muchos otros referentes políticos terminaron condenados por mis investigaciones. 

Podría decir mucho más sobre mi persona, pero no creo que haga falta, está claro que soy periodista hasta la médula. Matriculado y todo. Con el pertinente carnet profesional.

Lo aclaro porque cada tanto aparece algún imbécil que dice que no soy periodista. Uno de ellos se llama Ricardo Montacuto, quien está molesto conmigo desde hace algún tiempo porque vengo exponiendo públicamente sus trapisondasCiertamente, un verdadero mercenario, que ha hecho de este hermoso oficio un negocio rentable.

Lo curioso es que, en lugar de aclarar las cosas en el terreno que corresponde, lo único que ha hecho hasta el día de hoy es intentar que me censuren, una y otra vez. Primero lo intentó en la Universidad Maza, pero no lo consiguió. Luego, avanzó en una denuncia ante el Monitor de Libertad de Expresión de FOPEA, para que “tomen medidas” contra mi persona. Tampoco tuvo éxito.

Lo que sí quedó clara es su ignorancia supina. Porque la función del Monitor es la de velar por los intereses de los periodistas que intentan ser censurados por el poder. No se mete en “puterios” entre colegas.

Dicho sea de paso, qué feo que queda que una persona que se dedica a la comunicación intente cercenar la libertad de prensa de un periodista.

Probablemente ello se deba a su desconocimiento de lo que es el periodismo. “Es capaz de tropezarse con una noticia y no se da cuenta de que es una noticia”, me dijo hace unos meses un colega de Canal 7 de Mendoza, periodista deportivo él. Acto seguido, me recomendó regalarle mi “Manual urgente para periodistas de investigación”. No es mala idea.

No obstante, el mayor problema de Montacuto no es la carencia de conocimiento sobre lo que es el trabajo de prensa, sino su ausencia de escrúpulos. Sus operaciones de prensa rentadas han sido desnudadas en este mismo diario, son innegables.

El mayor ejemplo es el tristemente célebre #LasHerasGate, donde Montacuto operó como sicario del gobierno provincial. Fue todo tan obvio, que sólo se animó a hablar del tema una vez que Daniel Orozco rompió con Cornejo. Antes, ni una sola palabra.

No es casual que a Montacuto le digan “Montacurro” (las redes sociales no dejan mentir). Su nivel de vida está en las antípodas de los que hacemos periodismo honesto. De este lado, miseria; de aquel lado, millones. Corrupción en estado puro.

Si hay alguien que debería llamarse a silencio es este personaje. Pero uno no es tan fascista como él para hacer lobby y pedir que le quiten el micrófono. Eso es característico de los dictadores. De tipos que no saben cómo funciona la democracia. Como diría Serrat, “entre esos tipos y yo hay algo personal”.


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